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Esta creencia no se plantea ahora sino por el sionismo mundial, o los sectores que fueron afectados por la gran difusión en los medios informativos;
Esta creencia no se plantea ahora sino por el sionismo mundial, o los sectores que fueron afectados por la gran difusión en los medios informativos; ya que los judíos en particular, no conocieron efectivamente una codicia a la seguridad sino bajo la sombra de los musulmanes, desde la época del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) y hasta que el Estado otomano los salvó de las opresiones, a las cuales se enfrentaron por manos de los españoles católicos, cuando éstos conquistaron España y acabaron con la existencia islámica. Y desde entonces, la historia judía en Europa, es una historia de aislamiento y opresión, y dicha opresión en la mayoría de las veces, derivaba de la discriminación racial, aparte de que estaba influido –también- por las cualidades con las se caracterizan los judíos que llevan a los enfrentamientos; tal como: la usura, el monopolio, etc.
En cambio, a la sombra de la época islámica; la imagen era muy diferente, en cuanto al trato del Islam con los judíos, y diferente respecto al tratamiento de los judíos con el Islam en Medina. Y después de desmentir esta sospecha, entenderemos que los europeos son los últimos que deberían hablar sobre la opresión a los judíos en especial.
La tolerancia es el principio general:
Lo primero y mas importante, es confirmar que el principio de la tolerancia con la gente del Libro, era el principio general que sombrea la elación entre los musulmanes, los judíos y los cristianos. Y desde el tiempo del Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) y a lo largo del periodo del dominio islámico, los Ahlud·Dimma (súbditos no musulmanes que vivían en el Estado islámico) vivían en las mejores condiciones con respecto a la libertad de vida, transporte, creencia y adoración, contribuyendo al desarrollo de toda la sociedad.
Estas son de las realidades que no niegan quienes tienen un mínimo de equidad y objetividad, y nos basta aquí transmitir algunos párrafos que hemos elegido deliberadamente de unos orientalistas occidentales no musulmanes. Gustave Le Bon dice: “Hemos visto de los versículos del Corán que la tolerancia de Muhammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) hacia los judíos y los cristianos, era sumamente grandiosa, y nadie de los fundadores de las religiones que aparecieron antes de él como el judaísmo y el cristianismo en particular hizo lo mismo; también, veremos cómo sus Califas siguieron su método. Algunos científicos de Europa escépticos o pocos creyentes, quienes contemplaron bien la historia de los árabes y las expresiones siguientes que he sacado de los libros de muchos de ellos, reconocieron esa tolerancia; lo que afirma que nuestra opinión al respecto no es singular. Robertson dijo en su libro “History sharlken”: ‘Unicamente, los musulmanes son quienes reunieron entre el celo a su religión y el espíritu de tolerancia hacia los seguidores de las otras religiones, a pesar de desenvainar la espada cortante para difundir su religión , sin embargo, dejaron libre a quien no la deseaba, aferrándose a sus enseñanzas religiosas’.
Michaud dijo en su libro “Historia de las Cruzadas”: ‘El Corán –que ordenó la Yihad- es tolerante hacia los pertenecientes a las demás religiones, eximiendo a los patriarcas, los monjes y los cobradores de impuestos. También, Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) prohibió matar a los monjes por dedicarse a la devoción; asimismo, ‘Omar Ibn Al Jattâb (que Al-lâh Esté complacido con él) no tocó a los cristianos cuando conquistó Jerusalén, a pesar de que en las cruzadas degollaron a los musulmanes y quemaron a los judíos sin piedad cuando entraron en ella’.
También dijo en su libro “Viaje religioso en Oriente”: ‘Es lamentable que los pueblos cristianos no tomen la tolerancia de los musulmanes, la cual es signo de benevolencia entre las naciones y respeto hacia las doctrinas de los demás, sin imponer ningún credo sobre ellos por la fuerza’”[1].
Por otro lado, la orientalista alemana Sigrid Hunke dice: ‘Mientras el cristianismo vivió bajo el mandato islámico por largo siglos –en Al-Ándalus, Sicilia y la península balcánica-, el triunfo del cristianismo sobre el Islam –en Al-Ándalus (en el año 1492 d.C.)- no significó sino echar a los musulmanes y a los judíos, oprimiéndolos y forzándolos a cristianizarse, aparte de la reanudación de la actividad de los tribunales de inquisición, los cuales persiguieron a todo el que adoptaba otra religión fuera del catolicismo, quemando en publico –en celebraciones oficiales rodeadas por los ritos de la iglesia – a todo el que abrazaba el Islam o el judaísmo”[2].
También dice: “El patriarca de Jerusalén (Teodosio) –a comienzos del siglo XI- escribió al obispo Ignacio en Bizancio lo siguiente: “Los árabes aquí son nuestros jefes gobernadores, y no luchan contra el cristianismo; al contrario, lo defienden, lo protegen, veneran y respetan a nuestros sacerdotes y monjes”[3].
Y terminamos con el testimonio de Thomas Arnold, quien dijo: “Nunca hemos escuchado sobre cualquier intento para obligar a las sectas no musulmanes a aceptar el Islam, o sobre cualquiera opresión organizada con el fin de arrancar la religión cristiana, y si los califas hubieran elegido ejecutar alguno de ambos planes, se habrían apoderado del cristianismo con la misma facilidad con la cual (Fernando e Isabel) echaron el Islam de España, o mediante la cual Luis XIV hizo la doctrina protestante una doctrina por la cual sus seguidores eran castigados en Francia o con aquella facilidad con la cual los judíos se quedaron alejados de Inglaterra durante 350 años. Además, las iglesias orientales en Asia, se habían aislado totalmente del resto del mundo cristiano, en el que no había a nadie que los apoyaba; considerándolos como sectas fuera de la religión. Por eso, el mero hecho de que estas iglesias todavía existan hasta ahora, es una fuerte prueba de lo que realizó la política de los gobiernos islámicos en general en cuanto a su tolerancia hacia ellos”[4].
Esta introducción era necesaria antes de entrar en los detalles de la respuesta a la creencia de la crueldad hacia los judíos, y resumimos la respuesta en los puntos siguientes:
Primero: el documento de Medina:
En ese tiempo lejano de la historia humana, apenas el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) había llegado a la tierra de Medina, estipuló con los judíos un pacto que podemos llamar el acuerdo de la convivencia mutua, o en el menor de sus casos, es un acuerdo de defensa común al país, considerando Medina como la patria en aquel momento.
Dicho acuerdo era un marco en el que los judíos reconocieron que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) era el líder de este nuevo país, y que ellos eran una parte de sus miembros naturales. Y de entre los textos que fueron citados en este pacto, está lo siguiente, y nosotros escogimos aquí algunos textos que nos interesan en relación a este tema:
*No está permitido a un creyente que acepta lo que está en el pacto, y cree en Al-lâh y en el Último Día, auxiliar a un innovador o darle refugio, y quien lo hace, recibirá la maldición de Al-lâh y su ira el Día de la Resurrección, y no se tomará de él ni dinero ni justicia.
* Independientemente de los desacuerdos que ocurren entre vosotros, volved a (el juicio de) Al-lâh y a Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam).
*Los judíos gastan junto con los creyentes mientras sean combatientes.
*Los judíos de Banû ‘Awf son una nación junto con los musulmanes. Los judíos tienen su religión, y los musulmanes la suya, aparte de sus esclavos, salvo quien se oprime a sí mismo y comete pecados; ya que no se perderá sino a sí mismo y a su familia. (Además de otros artículos que afirman que todos los judíos de las tribus tienen los mismos derechos y deberes de los judíos de Banû ‘Awf ).
*Nadie de ellos puede salir sin el permiso de Mohammad (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam).
*Los judíos tienen sus propios gastos, y los musulmanes los suyos, y entre ellos está derrotar a quien lucha contra este pacto, y también, aconsejarse mutuamente y cooperar en el bien, no en el pecado y la transgresión.
*La tierra de Medina está prohibida para la gente de este pacto.
*No se da protección a una mujer sino con el permiso de su familia.
*Al ocurrir un incidente o disputa entre la gente de este pacto del cual se teme su corrupción, se debe volver a (el juicio de) Al-lâh y a Mohammad, su Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam). Y Al-lâh acompañará a quien se adhiere a lo que está en dicho pacto y cumplirá con su juramento.
*Gozan (juntos) del triunfo sobre quien irrumpe en Medina.
*No se debe proteger a los Qoraysh ni a quien los auxilia[5].
Aparte de que los días incluyeron tantos incidentes que mostraron cómo esa minoría judía procuró constantemente perjudicar y luchar contra este nuevo Estado, y que o bien causaba perturbaciones internas, o intentaba incitar a las tribus idólatras a la guerra o realizaba una traición mayor en el momento más crítico que pasó en la historia de este Estado. Todas estas son sólo unas pocas de las muchas provocaciones individuales, las cuales estaban por provocar una guerra civil.
Segundo: provocar perturbaciones y escaramuzas:
A pesar de dichos textos citados en el acuerdo con los judíos, sin embargo, ellos no tardaron en provocar problemas desde el primer día en que los emigrantes fueron a Medina, así que la primera cosa que hicieron fue difundir que ellos hechizaron a los musulmanes, de modo que no nacería en Medina un hijo varón[6].
Asimismo, había otros que si veían al Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), le decían: “As·sâmu ‘alayka ya Mohammad”[7] . Es decir: ‘Que la muerte sea contigo, Mohammad’. Además, uno de ellos provocó a Abû Bakr (que Al-lâh Esté complacido con él) cuando le dijo: “Ante Al-lâh, no tenemos ninguna pobreza, y para nosotros, él es pobre, y no nos sometemos a él así como él no se somete a nosotros. En cambio, nosotros somos ricos ante él, y él no es nada rico para nosotros. Pues, si fuera rico, no pediría nuestro dinero en prestado como sostiene vuestro amigo, quien os prohíbe la usura y se la da. Y si fuera rico ante nosotros, no nos daría la usura”[8].
Por otra parte, calumniaban a los judíos que abrazaban el Islam, diciendo: “No creen en Mohammad sino los malos de nosotros, y si fueran de entre nosotros los buenos, no dejarían la religión de sus padres”[9]. Y no dieron ninguna oportunidad para despertar las sospechas sobre el Islam sino que la aprovecharon; y el ejemplo más destacado al respecto, es cuando intentaron cambiar la Qibla [dirección a la cual se dirigen los musulmanes para rezar].
También lo más peligroso de estos intentos, fue lo que hizo Shâs Ibn Qays, cuyo acto estuvo punto de provocar una guerra civil en Medina; cuando encontró a (las tribus de) Aws y Jazraÿ después de abrazar el Islam, estando sentados en armonía. Así pues, envió a un muchacho para recordarles las guerras que tuvieron entre sí; hasta provocarlos y prometerse luchar uno contra el otro, pero el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) los alcanzó, y les dijo: “¡Oh musulmanes! ¡Al-lâh, Al-lâh! ¿Os comportáis así por un llamado de la Ÿâhiliyya (periodo pre-islámico) mientras yo estoy entre vosotros, después de que Al-lâh os ha guiado al Islam y os ha honrado con él, de modo que ha anulado la ignorancia difundida entre vosotros, os ha salvado de la incredulidad y ha armonizado vuestros corazones?”. Por consiguiente, la gente se dio cuenta de que era una tentación de Satanás[10].
Y a lo largo del periodo de Medina, los hipócritas y los judíos estaban aliados en contra de los musulmanes; hasta que el Noble Corán los ha llamado hermanos: “Acaso no han visto cómo los hipócritas les decían a sus hermanos, los que de la gente del Libro se habían negado a creer…”[11].
Estos son algunos ejemplos que fueron citados en los libros de la biografía, pero lo que nos importa mencionar, son dos cosas: demostrar cómo la minoría judía en Medina representaba un gran peligro, y mostrar que el Profeta (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam) no reprendió a nadie de ellos a causa del delito de otro. Y durante dos años, no ocurrió nada significativo, considerando que era el líder de este Estado, y tenía el poder suficiente para luchar contra ellos.
[1] Gustave Le Bon: La Civilisation des Arabes (La civilización de los árabes), margen 1, Pág. 128.
[2] Sigrid Hunke: Allah ist ganz anders (Al-lâh no es así), pág. 45.
[3] Sigrid Hunke: Allah ist ganz anders (Al-lâh no es así), pág. 20.
[4] Thomas Arnold: The Call to Islam (La llamada al Islam), pág. 98. 99.
[5] Los textos del documento se colectaron de varias fuentes en las cuales fueron citados; entre ellas: Ibn Hishâm: As·sira an·nabawiyya 3/34, Ibn kazîr: As·sira an·nabawiyya 2/322, Ibn Sayyed An·Nâs: ‘Uyûn Al Azar “Los ojos de la narración” 1/261, As·Suhaylî: Ar·raudh Al Anf 4/176 y otros. Consulte: At·taÿmî‘ wa at·tarÿîh (la agregación y la ponderación) en: D. Mohammad Humaydul·lâh: Maÿmû‘at al wazâ’iq as·siâsiya lil ‘ahd an·nabawî (Conjunto de documentos políticos de la época profética), pág. 57 y lo posterior, Dr. Ibrâhîm Al ‘Ulâ: Sahîh as·sira an·nabawiyya (Lo auténtico de la biografía profética), pág. 140 y lo posterior y Dr. Akram Al ‘Umrî: As·sira an·nabawiyya as·sahîha (La biografía profética auténtica) 2/272 y lo posterior.
[6] [Fath Al Bârî: Al ‘Aqîqa (pág. 671)] [Al Hâkim (6330)].
[7] [At·Tabarânî: Al Awsat] [Ibn Juzayma: en su Sahîh].
[8] Narrado por Ibn Abî Hâtim: La interpretación del Noble Corán con cadena de transmisión del Mensajero (sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam), los Compañeros y los Tabi‘ûn (seguidores) 3/829, Ibn Hishâm: As·sira an·nabawiyya 3/96 e Ibn Kazîr 2/176.
[9] Ibn Hishâm: As·sira an·nabawiyya 3/95, As·Suhaylî: Ar·raudh Al Anf 4/253, Ibn ‘Asâkir: Târîj madinat dimashq (La historia de –la ciudad- Damasco) 29/115 y Al Qurtubî: Al Ÿâmi‘ li ahkâm al Qur’ân 4/175.
[10] Ibn Hishâm: As·sira an·nabawiyya 3/94.
[11] [Sura Al-Hashr (La Congregación) 59: Aleya 11].
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